pensamientos

10 de abril 2024

Todo esto viene desde que he visto la pieza que me faltaba del puzzle, porque resulta que hace algunas semanas alguien a quien yo respeto y que además tiene autoridad sobre mi, validó y confirmó que una situación que viví hace algún tiempo fue violencia e inmediatamente cobraron sentido el resto de violencias que recuerdo. De repente, me he dado cuenta de que sigo defendiéndome de aquello y de todo lo demás. Y creo que es ahí donde está todo el asunto. No solo en que podamos volver a casa tranquilas por las noches, que evidentemente también, sino en lo sutil de dejarse caer. 

En la dulzura de permitirse bajar la guardia, que resulta tremendamente difícil. Cómo vamos a estar en calma si las relaciones más importantes de nuestras vidas han estado atravesadas por la violencia? Es que, qué ganas de que podamos dejar de despertarnos sobresaltadas por las noches. Pienso que he vivido reaccionando y siempre con una parte de mi en guardia.

Y quería escribir que últimamente, y desde que ha pasado todo esto, pues he empezado a construir las vivencias desde otro lugar , mucho más sólido y en el que, cuando me meto en la cama me atrevo a relajarme y sentir mi peso hundirse en el colchón. Ahí es donde está el amor. *

18 de marzo 2024

Resulta incómodo, solitario, frustrante y al fin y al cabo, doloroso el sentir cómo, cuándo se nombra a un agresor como lo que es, y a una situación vivida como violenta, en seguida y casi como de forma reaccionaria surgen comportamientos de otras personas que tratan de justificar el acto violento. Personas que tratan de encontrarle el por qué no fue tan violento como se relata, o hasta cuestionan si el punto de vista de la víctima es del todo certero. Buscan pequeñas angulaciones por donde se cuela la incongruencia del relato de la víctima. ¿Por qué nos esforzamos tanto en quitarle credibilidad a la víctima? Comprendo la dificultad que implica el situarse ante la violencia; el hecho mismo de posición resulta peligroso puesto que te expones, te colocas ante algo y por tanto te sitúas en riesgo ético. 

Asumir que esa situación acontecida es violenta, y que tal persona ha cometido una agresión, implica la asunción de una responsabilidad y por tanto una respuesta. Responder nos hace presentes y nos pone en riesgo. Responder es ofrecer algo. ¿Y si de repente entendiésemos que tenemos mucho que ofrecer? Que podemos ofrecer una respuesta lo suficientemente válida como para desarticular el sistema que permite la violencia, que contenemos la suficiente fuerza, la suficiente capacidad de protección y el suficiente amor como para parar una agresión, para decir basta ya! Aunque sea en forma de abrazo a la víctima. Decirle que quizá no somos los héroes que nos ha dicho la historia que tenemos que ser, que no hace falta pasar doce pruebas para poder defender a alguien, pero que sí que tenemos mucho que ofrecer. 

+ Lucía Díaz-Tejeiro